MICRORRELATOS

SILENCIO


Ángela Marrupe

Aquella mañana lluviosa y fría, donde al despertar, lo único que se puede percibir es esa tranquilidad, interrumpida a veces por el choque de la lluvia con el cristal. Ese momento que todos queremos disfrutar durante todo el día y que nada ni nadie nos rompa ese silencio envolvente que nos proporciona la habitación.
Esto es algo que necesitamos. El silencio es aquello que nos permite, aunque sea por un solo momento, encontrarnos con nosotros mismos. Al despertar, empapándonos de él porque nada lo quebranta o a media tarde, ese ratito en el que decides huir del resto para colocarte en una sala donde disfrutar de ese café mientras lees tu libro favorito.

Hiroki

El silencio es escaso y no podemos encontrarlo de forma natural , siempre tendrás algún ruido de fondo que no te dejé escuchar el silencio .
Siempre estuve en el lugar equivocado en el momento equivocado ,llevandome gritos de aquí y de allí ,esto me hizo anhelar el silencio de tal manera que por lo menos una vez al día necesitaba alejarme de todos y de todo ,para poder consumirlo, como si el silencio fuera una droga que necesitará consumir ,y para mi lo era, la necesitaba ,el silencio era tan sagrado para mi ,que si lo que tenías que decir no era mejor que él, preferia que no dijéras nada.

Hoy en día sigo consumiendo silencio pero no todos los días,se podría decir que controló mi vicio.

Jesús Sánchez

-¡SILENCIO!- Gritaba ella, mientras mis argumentos no paraban de atormentarla. No quería oír algo de lo que no estaba orgullosa, algo que nunca más iba a poder olvidar y que no la dejaría dormir por las noches nunca jamás, de repente no aguantó más la presión, me golpeo y me tumbó. Agarró un pedazo de cuerda, me lo ató a las manos y las piernas, me sentó en una silla, y me tapó la boca. Sostenía una especie de cuchillo en sus manos, no paraba de dar vueltas repitiendo una y otra vez “silencio”, de repente se echó a llorar, probablemente la situación la pudo. Poco después se marchó de la habitación.

Horas más tarde regresó, esta vez no quería hacerme daño sino liberarme, no sé por qué lo hizo, quizás el silencio de aquella habitación la había hecho recapacitar y cambiar de decisión.






Daniel Hernández

Recuerdo como si fuera ayer aquella fría tarde de invierno. Aquel día que nuestras miradas se cruzaron por primera vez y nuestras bocas decidieron sonreír. Nunca había visto a nadie tan hermosa como ella. Un pelo castaño que caía sobre sus hombros y unos grandes ojos verdes esmeralda que me enloquecían. Su delgadez y baja estatura le hacían aún más bella. Me quedé pasmado observando su hermosura a escasos metros de aquella belleza. Tanto ella como yo no fuimos capaces de comenzar una conversación, algo de lo que me arrepentiré toda mi vida. Sabía que debía hacer algo al respecto pero ya iba a ser demasiado tarde. Se iría sin decirme quien era ni donde vivía. Ambos nos quedamos en silencio aquella tarde…

Desy

Era el silencio el que inundaba el aire de la pequeña habitación.
Era el silencio el que se escuchaba mientras los primeros rayos de luz atravesaban la ventana y se adentraban tímidamente por los pequeños agujeros de la persiana.
Silencio, sólo interrumpido por una leve respiración que de vez en cuando se aceleraba.
Silencio es lo primero que oye al despertar.
Y aprovechando la situación, ella decide preservar el silencio, quedándose tumbada sobre la cama escuchando la calma.
Otra respiración la acompaña, algo más profunda, sin embargo calmada. Ella espera un par de minutos, disfruta al escucharla.
Rueda sobre la cama, abraza su espalda, hunde la cabeza en la almohada de su acompañante, decide romper el silencio tras mirar al reloj un instante:

“Buenos días cariño, es hora de despertarse”

María Gómez

La palabra es escuchada atentamente cuando se percibe detrás de ella el silencio…el silencio es el contenido secreto de las palabras que valen…lo que da valor a una persona es la riqueza de lo que ella no dice…“

Isrrael Poudereux

Silencioso, escondido en lo mas profundo de un valle se encuentra un monasterio cisterciense del siglo XII. Abandonado y vendido por los monjes en el Siglo XIX a los pueblerinos de una localidad cercana, sus descendientes no cesan en su intento de restaurar lo que es parte de nuestro patrimonio.

Al pasear por sus entornos nos hayamos en la mas absoluta tranquilidad, este apartado lugar en el que hace 800 años los monjes de la orden del Cister se retiraban a finalizar los últimos días de su vida, dedicados a la agricultura, la pesca o a copiar libros antiguos.

Los aldeanos locales aun siguen contando historias acerca de las continuas apariciones de fantasmas y sonidos extraños que son producto de la magia y antigüedad que rebosan de este maravilloso monasterio único en el mundo.



Julia

Imagina que un mañana te despiertas y shh. No ha sonado el despertador, la vecinita recien nacida no da los buenos días al mundo con su mejor llorera, no suena la tele, ni la radio, ni si quiera oyes a los pájaros cantar. El microondas no te avisa de que la leche ya está caliente y de camino a clase no hay barullo. El profesor es mudo y la pizarra habla sin pronunciar palabra pero cuando quieres preguntar qué narices pasa no te sale la voz. Gesticulas pero ni un misero sonido. Tu compañera de al lado no suelta prenda, ni la del otro lado, ni la de atrás y ni siquiera la bocazas de alante.
Imagina que te levantas y la música no existe, que los susurros al oído han quedado para las películas.

Es culpa mía, lo dejé en mute.

Laura Bellot

Me ahogaba, iba de un lado a otro de la habitación pensando que decir cuando llegara el momento, tenía demasiado miedo, las palabras se amontonaban en mi cabeza sin ningún orden ni sentido, palabras de rabia, de odio, de desconcierto y al mismo tiempo todo lo contrario, no podía creer que hubiera tomado esa decisión, la mejor persona que se había cruzado en mi camino se marchaba, la piedra con la que decidí tropezarme una y otra vez, iba a irse volando hasta el otro lado del mundo y sin ninguna certeza de que le fuera a volver a ver algún día.
Llamaron a mi puerta y baje corriendo las escaleras, le tenía delante, y no era capaz de decir nada, mis cuerdas vocales no emitían ningún sonido, el sólo se limitó a despedirse, me dio un abrazo y después se alejó, el silencio era atronador y lo único que pude hacer fue gritar, me deshice de lo que me impedía hablar y fui tras él, le pedí que no se fuera, pero aún así se montó en el coche, moviendo únicamente los labios me dijo que me quería y fue hacia el aeropuerto, era oficial, me había dejado con la palabra en la boca, como siempre hacia, pero esta vez no tendría otra oportunidad para terminar de decírsela.



OTOÑO



Isrrael Poudereux

Triste Estación que llena de melancolía el corazón al ver las hojas caer, una por cada sueño frustrado y otra por cada lagrima derramada.
Otoño hermoso y ocre manantial de hojas marchitas que florecen en la perenne piedra al precipitarse de los majestuosos arboles que pueblan un viejo castillo en la bella Brihuega.





Jesús Sánchez


El otoño ya está aquí queridos amigos, lo podemos apreciar en la caída incesante de hojas de los árboles, de las gélidas temperaturas que nos acompañan o en lo pesadas que se ponen nuestras queridas madres con la idea de llevar mil capas de ropa, que de resfriados cogeríamos sin sus incesantes -¿Y el abrigo?- o -¿Vas a salir así, anda tira a ponerte otra cosa?-
Sea como sea ahora es tiempo de quedarse en casa con una buena peli, la mantita y un chocolate bien calentito.
Gracias por volver otoño, te echaba de menos.




Laura Bellot

Es hora de llenar el asfalto de color, de oír crujir las hojas que caen lentamente de esos árboles que en verano nos daban sombra, se separan de las ramas que las sostenían y se despiden de ellas, al igual que otras como ellas hicieron el año anterior y otras harán al siguiente, es su destino. Como duele despedirse de aquello a lo que te has aferrado durante tanto tiempo creyendo que nunca te dejaría caer, que ironía la de la vida, quizás el otoño se parezca a las decepciones, dejan que te estrelles y luego pueden pisarte y romperte en mil pedazos.





Ángela Marrupe
El tiempo, esa franja dividida en segundos, minutos, horas… Que nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida y nos delimita el principio y el fin. Para algunos muy valioso y para otros tan insignificante. Hay que saber apreciarlo y vivirlo en su totalidad, dentro de las posibilidades que cada uno tenga porque, es cierto que el tiempo, siempre va a estar ahí pero, la aguja del reloj corre y avanza cada vez más deprisa y, ya no vuelve, no hay manera alguna de retroceder.

Hiroki

El tiempo es el que es, algo que ni tu ni yo podremos cambiar, algo inmaterial ,un regalo que desperdiciamos porque jamás le damos el valor que se merece.

¿Quien no querría pararlo , aprovecharlo al máximo o retrocederlo para revivir esos inolvidables momentos ?

Pero él simplemente pasa ,sin hacer caso a nadie, sin importarle lo que pasa a su alrededor porque él es el único que no espera a nadie.


Jesús Sánchez

Tiempo, eso es, necesito tiempo, ¿donde podré conseguir algo más? Sea como sea no debo malgastar el que ya tengo, ¡Ay! sin querer he malgastado tiempo pensando en eso, un tiempo que jamas volverá ¿que hago ahora?

Tiempo, eso es, necesito tiempo, ¿donde podré conseguir algo más? Sea como sea no debo malgastar el que ya tengo, ¡Ay! sin querer he malgastado tiempo pensando en eso, un tiempo que jamas volverá ¿que hago ahora?

Tiempo, eso es, necesito tiempo, ¿donde podré conseguir algo más?…
Sin duda quien se preocupa tanto por el tiempo acabará por olvidar que ha de vivir una vida más valiosa que el tiempo.


Laure Bellot

Se colocaba las puntas en los pies y se ponía a bailar al compás de la música, el tiempo se paraba, movía sus pies y su cuerpo casi sin si quiera notarlo, a la misma velocidad que las agujas se movían en el reloj de cuco que había en aquella pequeña sala, parecía que era una carrera a contrarreloj en la que cuando cantara aquel pajarito azul ambos volarían hacia el cielo cual gacela, aquel salto que tantas veces había practicado y que cada hora sincronizaba sin darse cuenta con aquel piar tan molesto del que ella ni si quiera se enteraba, podía pasarse las horas muertas golpeando con sus pies el suelo, porque nunca se cansaba, ya que para ella, el tiempo, no contaba.

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